Aportación de Rocío Álvarez :
Si bien el período entre principios de siglo y la Segunda Guerra Mundial (1900 a 1940) ha sido considerado la edad de oro de la genética, hasta mediados del siglo 20 no se sospechaba que el ácido desoxirribonucleico, ADN, fuera la molécula capaz de asegurar la transmisión de los caracteres hereditarios de célula a célula, generación tras generación. Su limitada variedad química no permitía suponer que poseyera la versatilidad y ductilidad necesarias para almacenar la información genética de los seres vivos. En 1869 un biólogo suizo Johann Friedrich Miesscher, utilizo primero alcohol caliente y luego una pepsina enzimatica, que separa la membrana celular y el citoplasma de la célula para aislar el núcleo celular, concretamente los núcleos de las células del pus obtenidas de los vendajes quirúrgicos desechados y en el esperma del salmón. Sometió a este material a una fuerza centrifuga para aislar a los núcleos del resto y luego sometió solo a los núcleos a un análisis químico. De esta manera Miescher identifico a un nuevo grupo de substancias celulares a las que denomino nucleínas observando la presencia de fósforo. Posteriormente Richard Altmann las identifico como ácidos y les dio el nombre de ácidos nucleicos. Robert Feulgen, en 1914, describió un método para revelar por tinción el ADN, basado en el colorante fucsina. Utilizando este método encontró ADN en el núcleo de todas las células eucariotas, específicamente en los cromosomas. Durante los años 20, el bioquímico P.A. Levene analizo los componentes del ADN, los ácidos nucleicos y encontró que contenía cuatro bases nitrogenadas: citosina y timina (pirimidinas), adenina y guanina (purinas); el azúcar desoxirribosa; y un grupo fosfato. También demostró que se encontraban unidas en el orden fosfato-azúcar-base, formando lo que denomino un nucleótido. Levene también sugirió que los nucleótidos se encontraban unidos por los fosfatos formando el ADN. Sin embargo, pensó que se trataban de cadenas cortas y que las bases se repetían en un orden determinado. En 1952 Alfred Hershey y Martha Chase realizaron unos experimentos destinados a comprobar si el ADN o las proteínas eran el material hereditario. Marcando el ADN y las proteínas con isótopos radiactivos en un cultivo de un virus, se podía seguir el camino de las proteínas y del ADN, demostrando cual de ellos entraba en la bacteria siendo ese el material hereditario. Dado que el ADN contiene fósforo (P) pero no azufre (S), ellos marcaron el ADN con fósforo-32 radioactivo y las proteínas (no contienen P pero si S), se marcaron con azufre-35. Hershey y Chase encontraron que el S-35 queda fuera de la célula mientras que el P-32 se encuntra en el interior, indicando que el ADN era el soporte físico de la herencia. En 1953 apareció en la revista Nature, un artículo conjunto de Watson y Crick que narraba el descubrimiento de la estructura del ADN, argumentando que esta poseía un gran interés biológico. Con recortes de papel y alambres de metal fueron capaces de develar la estructura de la doble hélice de la molécula del ácido desoxirribonucleico, ADN, y formularon los principios de almacenamiento y transmisión de la información hereditaria. Este hallazgo les valió el premio Nobel, que compartieron con M.H.F. Wilkins
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Gracias Rocío
Hallan en Atapuerca el ADN humano más antiguo
ResponderEliminarHoy se publica en la revista Nature un hallazgo paleontológico histórico. La colaboración entre investigadores alemanes y españoles ha dado a luz la secuenciación del genoma humano más antiguo hallado hasta la fecha, que data de 400.000 años. El material genético fue sustraído de un fémur de Homo heidelbergensis descubierto en el yacimiento burgalés de Atapuerca, y ha revelado un inesperado mestizaje entre poblaciones de homínidos remotas que redefine la línea evolutiva humana.
El equipo de paleontólogos, que reúne a los más reputados especialistas en genética del mundo, realizó numerosas perforaciones en el fósil y obtuvo dos gramos de polvo de hueso ricos en material genético. Empleando una técnica avanzada de recuperación de ADN deteriorado, los científicos identificaron una secuencia de 50 pares, que supone sólo una ínfima parte del genoma humano, compuesto por 3.200 millones de pares. Se trata además de ADN mitocondrial, localizado en el citoplasma de la célula y heredado únicamente por vía materna, que aporta una menor información que la cromatina del ADN nuclear.
A pesar del reto que supone la decodificación de información genética antiquísima, los investigadores lograron identificar la especie del homínido, conocida como Homo heidelbergensis. El análisis de su ADN obligó a los expertos a trazar un nuevo árbol genealógico, al revelar que esta especie extinta no es un antepasado directo del Homo Neandertal como se preveía, sino que está estrechamente emparentada con los denisovanos, un linaje siberiano que habitó la Tierra miles de años después.
La Sima de los Huesos de Atapuerca es la excavación que reúne las condiciones de conservación más óptimas de todo el mundo, ya que en su interior la temperatura y la humedad se mantienen inmutables. Esta sima se encuentra en un pozo vertical de 13 metros de profundidad, a 30 metros bajo la superficie terrestre y a más de 500 metros de la entrada más cercana de la cueva. Gracias al permafrost de su suelo, los paleontólogos han logrado secuenciar el genoma de animales igualmente longevos.
Según los especialistas, esta es sólo una de las innumerables aportaciones que proveerá el yacimiento de Atapuerca durante las próximas décadas, dado que sólo se ha descubierto un 1% de los restos petrificados que alberga este vertical túnel del tiempo.