Aportación de Silvia Roa
El suicidio es algo extremadamente cotidiano en nuestro interior. Cada día, en cualquiera de nosotros, se produce el suicidio de alrededor de 10 mil millones de células. La apoptosis o muerte celular programada (actualmente, hay cierta discusión sobre esta terminología) es un acto radical de altruismo, un sacrificio extremo por el bien común del resto de células y del que depende nuestra propia supervivencia. De la misma manera que para que una especie se perpetúe van naciendo nuevos individuos y muriendo los más viejos y/o enfermos, en nuestro cuerpo las células más viejas y enfermas deciden quitarse voluntariamente de en medio para que la vida del organismo persista. La apoptosis es un fenómeno celular regulado con extremo detalle. Todo comienza con una determinada señal, que puede aparecer en el interior de la célula o en el exterior. Aunque estas señales son muy diversas cabe mencionarse dos situaciones muy características: -Una célula, tras haber vivido plenamente durante unos meses, ha acumulado tal cantidad de mutaciones en su ADN (causados por rayos ultravioletas, por ejemplo) que no es capaz de repararlos por sí misma. Ante tal circunstancia, la célula prefiere cortar por lo sano antes que funcionar mal y causar problemas a sus compañeras y al organismo en el que se encuentra y, así, decide entrar en apoptosis.
Una célula está “enferma” debido a la infección por un determinado virus. Una célula llamada Natural Killer (literalmente, “asesina natural”) que anda haciendo su "ronda de vigilancia" por la zona se adhiere a la célula y se conecta con sus receptores, reconociendo el estado de infección de la célula e induciendo el comienzo de la apoptosis. Básicamente, “convence” a la célula de que se suicide, cosa no muy difícil, ya que muchas células parecen tener como lema “antes muerta que infectada”.
Cuando una célula inicia el proceso de apoptosis lo primero que hace es apartarse del resto de sus compañeras. Tras aislarse de las demás, la célula comienza a encogerse poco a poco y a formar pequeñas esferas o vesículas debido a la destrucción de su citoesqueleto. Tanto los orgánulos de la célula como su ADN van empaquetándose progresivamente al tiempo que la célula se encoge. En el video se puede ver todo el proceso y creo que, realmente, os va a gustar :D
Una célula está “enferma” debido a la infección por un determinado virus. Una célula llamada Natural Killer (literalmente, “asesina natural”) que anda haciendo su "ronda de vigilancia" por la zona se adhiere a la célula y se conecta con sus receptores, reconociendo el estado de infección de la célula e induciendo el comienzo de la apoptosis. Básicamente, “convence” a la célula de que se suicide, cosa no muy difícil, ya que muchas células parecen tener como lema “antes muerta que infectada”.
Cuando una célula inicia el proceso de apoptosis lo primero que hace es apartarse del resto de sus compañeras. Tras aislarse de las demás, la célula comienza a encogerse poco a poco y a formar pequeñas esferas o vesículas debido a la destrucción de su citoesqueleto. Tanto los orgánulos de la célula como su ADN van empaquetándose progresivamente al tiempo que la célula se encoge. En el video se puede ver todo el proceso y creo que, realmente, os va a gustar :D
Apoptosis: cuando las células se suicidan
ResponderEliminarEn la naturaleza, donde reina la ley de la supervivencia de los más fuertes y más aptos, la muerte de los individuos más débiles o viejos es una garantía de perpetuidad indiscutible de cada una de las especies. A nivel celular ocurre algo similar, las células más antiguas, defectuosas, enfermas o con otras limitaciones fisiológicas suelen “tomar una decisión” radical con el fin de que el organismo pueda seguir funcionando correctamente, se suicidan mediante un proceso conocido como apoptosis o suicidio celular programado.
¿Cómo se suicidan las células?
Obviamente, el suicidio celular no es un proceso consciente, sino que se encuentra programado genéticamente para que, ante determinadas circunstancias, la célula se autodestruya mediante un ordenado mecanismo enzimático.
Cuando la célula capta una anomalía grave, comienza a sintetizar unas enzimas llamadas caspasas que destruyen el esqueleto celular, motivando la pérdida de agua de su interior y la compactación de sus orgánulos, que van perdiendo su capacidad funcional. El núcleo, el centro rector del metabolismo, se condensa de tal manera que se fragmenta ante la compactación del material genético de su interior y la célula termina muriendo, suicidándose.
Pero ¿qué pasa con ese cuerpo muerto en nuestro interior? Si tenemos en cuenta que cada día se suicidan aproximadamente en nuestro cuerpo miles y miles de células, que dan lugar a otras tantas miles nuevas, comprenderemos que el cuerpo necesita un mecanismo muy eficiente para que estas no causen una infección que acabaría matándonos. Pues bien, te diré que con la apoptosis, a diferencia de cuando la célula muere por otras causas, conocida como necrosis, la membrana celular mantiene su integridad, de manera que el contenido de la célula se mantiene encapsulado en los llamados cuerpos apoptóticos, que son “devorados” por las células del sistema inmunológico encargadas de mantener limpio el organismo, los fagocitos, y así dejan de existir e incluso, algunos de sus materiales pueden ser reutilizados.
¿Qué puede desencadenar el suicidio celular?
Ciertas anomalías de riesgo para la salud pueden desencadenar el suicidio de las células. Por ejemplo las mutaciones o los daños al ADN por radiaciones, fármacos, envejecimiento, entre otras causas; la renovación natural de los epitelios de la piel y las mucosas, en las que las células más expuestas suelen dañarse con mucha facilidad y rapidez; la infección por virus como por ejemplo el VIH, en un intento por impedir su propagación en el organismo, y muchas más.
Pero no siempre la apoptosis es un mecanismo bien regulado y eficaz para el correcto funcionamiento del cuerpo, ya que determinados factores externos o internos pueden afectar su importante papel y provocar graves daños en el organismo. Por ejemplo, tenemos el caso del VIH, que induce la muerte de los linfocitos T, vitales para la protección inmunológica, por lo que el organismo queda expuesto al ataque de las enfermedades, o el caso del cáncer, que inhibe las señales que avisan de que la célula debe autodestruirse y esta continúa reproduciéndose, propagando así el daño sin que el organismo lo reconozca a tiempo en muchas ocasiones.
El suicidio celular programado es un mecanismo imprescindible para el mantenimiento de la vida cuando se desarrolla correctamente, y nuestras acciones y cuidados personales pueden en muchos casos ser esenciales para que así sea.