La biorremediación es el uso de seres vivos para restaurar ambientes contaminados. Es un concepto que no se debe de confundir con depuración. La depuración es la eliminación, ya sea por métodos físico/químicos o biológicos, de un contaminante antes de que éste alcance el medio ambiente. Cuando la contaminación ya se ha producido, se precisa restaurar el ecosistema contaminado, para lo que se pueden utilizar diversas estrategias. Una de ellas es la biorremediación. Este proceso es empleado, entre otras cosas, para la eliminación de los crudos que se han vertido al mar de manera accidentada, lo que es conocido como mareas negras.
Se pueden emplear diversos organismos en los procesos de biorremediación. Los más usados son los microorganismos (tanto bacterias, como algas y hongos) y las plantas (en procesos llamados fitorremediación), pero también se pueden utilizar otros seres vivos tales como los nemátodos (vermiremediación).
Entre los microorganismos destacan especialmente las bacterias, los seres vivos con mayor capacidad metabólica del planeta. Las bacterias pueden degradar prácticamente cualquier sustancia orgánica. Si la sustancia se degrada completamente se habla de mineralización; este es el proceso ideal, pero no siempre ocurre. Algunas sustancias no son degradadas sino transformadas en otras (biotransformación). La biotransformación puede ser peligrosa, ya que la nueva sustancia formada puede ser tan nociva o más que la de partida. Finalmente hay sustancias que no son degradadas y se las denomina recalcitrantes. Éstas se acumulan durante mucho en el medio ambiente, especialmente si además son resistentes a procesos físico/químicos como la radiación ultravioleta o la oxidación.
Las bacterias además pueden eliminar los contaminantes en ambientes donde hay oxígeno (llamados aeróbicos), pero también en ambientes sin oxígeno (llamados anaeróbicos), ya que pueden respirar otras sustancias diferentes al oxígeno (aceptores de electrones), como por ejemplo el nitrato, el sulfato, el hierro (III), el manganeso, el selenio y un largo etcétera.
Todos aquellos contaminantes que puedan ser degradados o transformados por los seres vivos son susceptibles de ser eliminados mediante procesos de biorremediación. Los compuestos orgánicos suelen ser degradados total o parcialmente y eliminados por completo del ecosistema. Por ejemplo, compuestos contaminantes tales como el tolueno, el fenol o los polibifenilos clorados (PCBs) pueden ser utilizados como fuente de carbono por bacterias, tanto en condiciones aeróbicas como anaeróbicas. Bacterias de los géneros Pseudomonas, Ralstonia, Burkholderia o Mycobacterium pueden eliminar hidrocarburos aromáticos como el tolueno o el naftaleno, pesticidas como las atrazinas, aditivos de la gasolina como el tricloruro de etilo o sustancias venenosas como el cianuro potásico, tanto de ambientes sólidos (suelos) como líquidos (ríos y mares).
Pero, además muchas bacterias son capaces de modificar sustancias químicas peligrosas, transformándolas en otras menos tóxicas. Así, algunas bacterias pueden reducir la biodisponibilidad (hacerla menos accesible y por tanto menos tóxica) de metales pesados tales como el mercurio, el arsénico, el cromo, el cadmio, el zinc o el cobre.
Aquí os dejo un vídeo acerca de la biorremediación con bacterias:
Tras haber leído la interesante entrada de Cris, decidí hacer una pequeña búsqueda informativa, y encontré un interesante vídeo que expone perfectamente el concepto de biorremediación, en este caso, para la eliminación de cianuro en las aguas residuales de una mina de oro.
ResponderEliminarEspero que os toméis un tiempo para verlo, y que os resulte complementario!
Link del vídeo ->
www.youtube.com/watch?v=sOEyOfMnZbM
Laura
CONSEJOS ÚTILES PARA CONVIVIR CON LOS PATÓGENOS
ResponderEliminarLa eliminación de microorganismos patógenos, especialmente en alimentos crudos, es una tarea ardua cuando no imposible. Como siempre, la prevención es el mejor de los instrumentos. Aun así, resulta imprescindible aprender a convivir con ellos.
En condiciones ideales, cualquier alimento debería estar libre de la presencia de microorganismos patógenos. Conseguirlo, sin embargo, no es tarea fácil y, a pesar que en el sector productivo se están incrementando medidas que han demostrado un alto grado de eficacia para alguno de los microorganismos más virulentos, su completa erradicación deberá seguir esperando un tiempo. Así pues, mientras la tecnología no resuelva este problema, estamos obligados a aceptar su presencia y, lo que es más importante, aprender a convivir con ellos. Y puesto que conseguir su eliminación puede resultar imposible, el mejor consejo es asegurar su destrucción durante el proceso de cocinado o elaboración de los platos que vamos a consumir.
Si los alimentos crudos se cocinan, tanto si se realiza una cocción como una fritura, se puede conseguir una eliminación de los microorganismos de riesgo, hasta el punto que podemos eliminar el peligro. La temperatura de seguridad en la cocción debe alcanzar toda la masa del alimento. La mayor parte de los microorganismos presentes en los alimentos crudos se inactivan a temperaturas superiores a los 62ºC, dígitos que se alcanzan con facilidad tanto cuando se hierve un alimento como cuando se fríe. Sin embargo, no basta con alcanzar, al menos en el caso del hervido, el punto de ebullición (100ºC) para asegurar la destrucción del patógeno. El factor tiempo también cuenta. El calor debe llegar al interior del alimento, a su centro, por lo que a mayor tamaño de la pieza que se esté hirviendo, mayor será el tiempo necesario para lograr la inactivación de los patógenos. Por norma general, cuando se hierve un alimento estas características se adquieren aproximadamente al cabo de entre 30 minutos y una hora.
Tras la cocción el alimento ha de ser consumido al momento, lo que supone una comida de excelente calidad y aceptable seguridad. En el caso que no se vaya a consumir, o que se elabore comida para toda la semana, se ha refrigerar lo antes posible y con la mayor celeridad. Si el producto se va a congelar, el criterio es el mismo, hacerlo lo más rápidamente posible. Este procedimiento lleva a mantener la calidad de los alimentos e impide la proliferación de los posibles patógenos.
Recalentar: la cocción, como se ha indicado, es en un tratamiento térmico a través del cual aseguramos la eliminación de los patógenos. Pero ello no impide que los alimentos elaborados puedan recontaminarse. De hecho, un alimento cocinado es aquel al que le hemos destruido una parte muy importante de sus microorganismos. En términos biológicos esto significa que eliminamos competencia. Es decir: cualquier patógeno que llegue hasta el alimento puede encontrarse con una enorme cantidad de nutrientes disponibles sin nadie que discuta su presencia. En estas condiciones puede proliferar sin problemas.
Recalentar de forma inadecuada un alimento puede, por consiguiente, facilitar el camino a una eventual recolonización. En este caso, además de la escasa competencia y la abundancia de nutrientes, la ruptura de la cadena de frío y un recalentamiento deficiente, son factores de riesgo añadidos. Las medidas recomendadas para evitar recontaminaciones son mantener constantes las condiciones de refrigeración de los productos previamente cocinados y recalentarlos asegurando que la temperatura de seguridad alcance la totalidad de la masa, incluido el centro de la misma.
La contaminación de los alimentos elaborados es debida, prácticamente siempre, a una deficiente manipulación. Por ejemplo, por haber aislado inadecuadamente un alimento en el interior del frigorífico, lo que facilita trasvases de patógenos de un alimento a otro, o porque se empleen utensilios utilizados en otros alimentos que no se haya limpiado y desinfectado correctamente.
es un proyecto importan ya que ayuda al ecosistema
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