lunes, 14 de febrero de 2011

LA QUÍMICA DEL AMOR

Un estupendo chute de oxitocina, dopamina, serotonina y adrenalina, entre otras hormonas, que, sin exagerar, ha conseguido enajenarles. Básicamente, esto es el amor
Parece un crimen reducir toda esa colección de sentimientos y sensaciones a un cóctel químico, pero los científicos saben desde hace tiempo que, más que del corazón, el enamoramiento depende del cerebro
La antropóloga Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, descubrió que existen tres procesos cerebrales distintos que definen tres tipos de relación. Primero se encuentra el impulso sexual, regulado por la testosterona. La segunda fase es el amor romántico, que dura, según Fisher, un año y medio -no nos lamentemos, en la mayoría de especies animales este cortejo se reduce a minutos, horas o semanas- y que está dominado por la dopamina, un neurotransmisor que influye en el estado de ánimo. Pasado ese tiempo, surge otro tipo de unión, el cariño, en el que parece que tienen que ver la oxitocina y la vasopresina, dos hormonas que afectan a la zona cerebral que controla el placer y la recompensa.
Las personas que acaban de enamorarse están literalmente «colgadas», de la misma forma que un adicto a las drogas necesita su dosis o nos satisface comer chocolate. Los científicos ya se habían percatado de este efecto hace algún tiempo, pero un nuevo estudio realizado en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford da un paso más allá. Según sus autores, las pasiones pueden ser increíblemente eficaces para aliviar el dolor, con un poder calmante similar al de los analgésicos e incluso al de estupefacientes como la cocaína. Parece que el amor actúa en la misma zona del cerebro, el núcleo accumbens, un centro de recompensa clave en la adicción a las drogas.

5 comentarios:

  1. Lo que me intriga de estas noticias es el por qué esas hormonas actúan cuando conocemos a unas personas y no a otras, y según un artículo depende de las feromonas, hormonas sexuales presentes en el sudor.
    En recientes estudios del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, se descubrió que el olor de las feromonas juega un papel poderoso en la sexualidad humana. A partir de esa investigación se descubrió que nuestro olfato no sólo permite percibir olores, también es como una brújula sexual, es decir, nos hace sentirnos atraídos por otras personas de acuerdo al aroma que las caracteriza.
    Blanca Terrón

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  2. Este tema me parece tan interesante que he estado buscando más información sobre él y he encontrado estas curiosidades.
    ¿De verdad crees que el hecho de enamorarse, algo tan importante para tener descendencia, de verdad crees que la evolución lo ha dejado al azar? Si hay algo sobre lo que opera la evolución es la reproducción. Enamorarse ha debido estar sujeto a una potente selección. Enamorarse es algo fundamental para la especie.
    Al enamorarte pones todos los recursos de tu cerebro a disposición de la persona que amas. Dedicas todos tus esfuerzos a compartir tiempos, actividades, opiniones. No es sólo la búsqueda de sexo. Desenamorarse es una experiencia muy traumática. Todo lo que tu cerebro había construido tiene que deshacerlo. Enamorarse es algo que nos complica mucho la vida. No parece que ese sentimiento esté bien diseñado para ofrecer felicidad permanente. Y, sin embargo, cuando se experimenta, es inigualable.
    Pero ¿por qué esa persona y no otra? Es muy frecuente que alguien piense: “debería enamorarme de…” y no sucede. No funciona así. ¿Puedes controlar el hambre? Un poco. ¿La sed? Menos. ¿El cansancio? Bastante poco. ¿El enamoramiento? Muy poco. Es una reacción fisiológica que determina nuestra vida. Sería bueno saber algo más sobre algo en lo que fundamentamos la búsqueda de la felicidad, a lo que dedicamos tanto tiempo y recursos. Sobre todo acerca de la elección de la pareja.
    ¿Quién elige en mí? Bueno, intervienen muchos sentidos. Desde luego, la vista es parte de ellos. Eso plantea Tamás Bereczkei, de la Universidad de Pécs (una de las más antiguas de Europa). Porque la vista sirve para identificar similitudes entre los rasgos faciales de la persona amada y los padres de uno, es decir que las caras se parezcan. Tiene sentido evolutivo. El de tratar de encontrar quien lleve genes como los nuestros y favorecerlos. O, también, descubrir imperfecciones, asimetrías, que podrían revelar un mal funcionamiento de los genes, por lo que aporta William Brown, de la Universidad Brunel.
    El enamoramiento no está bien diseñado para inducir nuestra felicidad. Ha surgido en la evolución para que seleccionemos a nuestra pareja de modo que tenga un buen programa genético, y que ese programa se parezca al nuestro.
    ROCIO ALVAREZ

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  3. GUILLERMO DEL VALLE6 de marzo de 2012, 6:03

    El amor tiene una explicación científica

    Cuando una persona se enamora se desencadenan procesos hormonales y bioquímicos que pueden mantener o acabar con la sensación de bienestar

    El amor es una experiencia que se puede entender desde el punto de vista emocional, fisiológico y orgánico, explica la Dra. Beatriz Literat, médica Sexóloga Clínica y Ginecóloga.

    El enamoramiento es el resultado de una serie de combinaciones de sustancias químicas que se producen en el cerebro y que se distribuyen a través del sistema circulatorio y nervioso, produciendo respuestas biopsicoespirituales, mencionó la especialista.

    Entrevistada por Pro-Salud News, la sexóloga clínica advierte que en estos procesos pueden explicar su el amor se puede mantener o la razón por la que se va extinguiendo al pasar el tiempo.

    Sustancias como la oxitocina, la testosterona y la dopamina, claves en el enamoramiento, necesitan un estímulo sensoriales constantes para permanecer en el organismo, sino, al paso de los meses terminan diluyéndose en la sangre.

    Una persona puede enamorarse de otra conociendo sólo lo que tiene a la vista, sin tomar en cuenta los aspectos que conforman una personalidad; si con el tiempo se desencantan de la relación, deja de emitir mensajes y sensaciones que ocurren a nivel hormonal y que se consolidan en su conducta, para dar paso a la separación.

    En cambio, “cuando la relación avanza en todos los aspectos, cuando se logra apreciar y apegarse a la mayor parte de los aspectos del otro y se obtiene una gratificante reciprocidad, estamos frente a una segunda etapa en la cual hay que mantener lo que se logró. Esto es que el enamoramiento inicial, puesto a prueba por las acciones en el tiempo, vaya adquiriendo mayor fuerza", sostuvo la doctora Literat.

    En el siguiente paso, gracias a la química neuronal, se sentirán sensaciones como seguridad, tranquilidad, confianza y autoestima. Las endorfinas sexuales de la pasión y la ternura lograrán que el apego aumente, lo que creará un vínculo de reiteración de conductas que nutrirán la relación y la reforzarán.

    El último eslabón del proceso es cuando llegan los componentes racionales, donde ya se puede hablar de un amor maduro, añadió la especialista.

    Y aquí un vídeo muy explicativo:

    http://www.youtube.com/watch?v=p-GAXdgkP30

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  4. La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan).
    Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
    Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.
    No hay duda: el amor es una enfermedad. Tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción. Los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo.
    A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!, ¡dilatación!, ¡secreción!, ¡erección! Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias..., el territorio donde la razón es una intrusa.
    El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.

    Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.
    Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis el, por ellos llamado, centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando.
    Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-.
    comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otra DUCHA QUÍMICA. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.

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  5. ALEJANDRO BALLESTA13 de enero de 2013, 7:50

    Descubierta hace apenas medio siglo por los químicos suecos Arvid Carlsson y Nils-Åke Hillarp, la dopamina no sólo ha resultado ser el neurotransmisor responsable de las sensaciones placenteras. También está involucrada en la coordinación de los movimientos musculares, en la toma de decisiones y en la regulación del aprendizaje y la memoria. Sin ella no sentiríamos curiosidad ni motivación.

    Personalidad. ¿Te consideras tímido? ¿Extrovertido? ¿Inseguro? ¿Valiente? De acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la Clínica Universitaria Charité de Berlín y publicado en Nature Neuroscience en 2008, la cantidad de dopamina que contiene la amígdala cerebral de una persona podría definir si es tranquila y confiada en sí misma (baja concentración) o si es miedosa y con tendencia a sufrir estrés (alta concentración).

    Sobrepeso. No a todos nos produce el mismo placer saborear un pastel de chocolate. Las personas obesas tienen menos receptores de dopamina en su cerebro y, por lo tanto, necesitan comer más cantidad para compensar ese déficit y sentir la misma satisfacción que el común de los mortales, según se desprende de un estudio publicado hace poco en la revista Science.

    Pasión por el riesgo. Que en la adolescencia se corren más riesgos que en otras etapas de la vida es un hecho. Lo que no sabíamos hasta hace poco era que este comportamiento se puede atribuir a un aumento de la cantidad de dopamina en ciertas zonas del cerebro de los adolescentes que les hace equivocarse en sus expectativas y predecir resultados excesivamente “positivos” de sus acciones.

    Cuestión de estatus. Usando técnicas de neuroimagen, los científicos han demostrado que cuanto más alto es el estatus social de una persona mayor es el número de receptores D2 de dopamina que hay en su cerebro y, por lo tanto, más motivada y satisfecha se siente.

    Creatividad. Según un artículo publicado recientemente en PLoS ONE, las personas muy creativas tienen menos densidad de receptores D2 de dopamina en el tálamo, una zona del cerebro encargada de filtrar los estímulos que llegan a la corteza cerebral. Esto impide que se filtren algunas señales y aumenta el flujo de información hacia el cerebro, lo que permitiría establecer conexiones entre conceptos que a otros se les escapan.

    Memoria. La dopamina también controla la duración de la memoria, es decir, si una información se conserva durante sólo 10 o 12 horas en el cerebro y desaparece, o si perdura por más tiempo. “Si creemos que lo que aprendemos es importante, la dopamina activa al hipocampo para que se archive”, explica Jorge Medina, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y coautor del descubrimiento. “Si por el contrario lo que aprendemos no nos satisface, el recuerdo se diluye”.

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