domingo, 20 de marzo de 2011

BASURA ELECTRÓNICA

Aportación de Wendy Romero:
Si nos detenemos unos minutos a pensar en cuántos productos electrónicos tuvimos (y tendremos) en lo que va de nuestras vidas, quizás podamos llenar un cuarto de nuestra casa, o más. Lo que nunca nos preguntamos es a dónde van a parar todos esos productos que desechamos

El avance tecnológico de los últimos veinte años con la llegada de los dispositivos personales (ordenadores, móviles, calculadoras) y la modernización de las comunicaciones ha incrementado de manera exponencial el consumo de productos electrónicos, los cuales poseen una compleja fabricación donde se mezclan cientos de materiales, en su mayoría, no degradables en forma natural y altamente tóxicos para nuestro planeta.
Estos nuevos residuos conocidos como “E-Waste” o chatarra electrónica se han convertido en el 5% del total de la basura generada en el planeta tierra (sin contar la basura espacial orbitando fuera de la atmósfera, producto de la baja del servicio de satélites y cohetes de transporte) y según el NRC (National Recycling Coalition) de los Estados Unidos, las 20 millones de ordenadores personales que quedaron obsoletos sólo en ese país hasta 1998 se incrementarán a más de 500 millones para fines de 2010, sin contar la avanzada de la televisión digital, la cual está obligándonos a jubilar nuestros viejos televisores de tubo de rayos catódicos. Si a estas cifras le sumamos los equipos de comunicación industriales, los teléfonos móviles, los controladores electrónicos de portones, puertas, controles remotos y equipos de medicina, sin una acción concentrada de los grandes fabricantes de electrónica y la reeducación de los consumidores, el futuro del mundo será muy negativo.
El reciclado y la reutilización de estos productos podrían disminuir en forma drástica la cantidad de E-Waste que generamos en la actualidad. La Unión Europea calcula que los cerca de 20 millones de toneladas de RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) que se producen por año en ese continente podrían generar casi 5 millones de toneladas de metal reutilizable, con el consecuente ahorro de extracción y producción. Lamentablemente, mucha de esta basura se comercializa entre países productores y otros en vías de desarrollo, que ven (a través de sus gobernantes de turno) la importación de basura electrónica como una opción de intercambio comercial. Estos convenios de acumulación de basura sin controles ni políticas de reciclado, terminan convirtiendo a países como China en cyberbasurales.
En muchos países ya existen normativas para la fabricación, desecho y reutilización de productos electrónicos, lo que en la mayoría de los casos requiere de una fuerte inversión económica inicial pero en el largo plazo implica un importante ahorro de costos, sobre todo en la extracción de productos derivados de minerales o del petróleo. El principal problema actual es la responsabilidad del fabricante luego de que el consumidor desecha su producto.
En este video de Greenpeace Argentina se clarifica un poco el dilema local del compromiso del fabricante luego del descarte del producto, normativa similar a la que se quiere implementar a nivel mundial con las compañías de electrónicos, incluso sancionando con bloqueos de exportación a quienes no las cumplan

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